Lo primero es cortar la panceta gruesa, de unos 2 ó 3 centímetros (este paso se lo podemos pedir a nuestro carnicero).
Cogemos una sartén con aceite de oliva.
Añadimos la panceta, con la piel hacía abajo (la panceta tiene que quedar cubierta la piel en su totalidad).
Llevamos a fuego bajo (tardará más en cocinar pero nos quedará una panceta mucho más jugosa).
Cuando veamos que la panceta se levanta del aceite, subimos a fuego alto y vamos dando la vuelta a la panceta.
Cocinamos por todos los lados hasta que doren y sacamos en papel absorbente de cocina, para quitar el exceso de aceite.
Los cortamos en trozos más pequeños y listos para degustar.